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Monteagudo del Castillo ya tiene su ermita de la Virgen del Pilar restaurada

La ermita de la Virgen del Pilar de Monteagudo del Castillo vuelve a brillar con todo su esplendor. La Fundación Santa María de Albarracín, con el mecenazgo de la Fundación Térvalis, ha restaurado y recuperado la esencia de esta ermita que data del siglo XVIII. Fue inaugurada por el obispo de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué, bendijo el templo en presencia de numerosos vecinos que se acercaron a celebrar la recuperación de este patrimonio local.

inauguración ermita Virgen del Pilardentro ermita

A la inauguración asistió también el presidente de la Diputación Provincial de Teruel, Joaquín Juste, el alcalde de la localidad, Luis Ignacio Lozano, el gerente de la Fundación Santa María, Antonio Jiménez y la directora de proyectos de la Fundación Térvalis, Elena utrilla, que estuvieron acompañados de vecinos y vecinas de la localidad y visitantes de la zona.

con elena

Una actuación muy demandada sobre todo por la asociación cultural y la Agrupación de Amigos el Peirón de esta población turolense, ya que la ermita estaba abandonada y en muy mal estado. Fue cárcel durante la guerra civil, refugio y en tiempos más recientes corral para el ganado.

Los trabajos de restauración de la ermita Virgen del Pilar de Monteagudo del Castillo se han llevado a cabo durante un año y se han desarrollado en varias fases. En la primera de ellas se intervino en el atrio exterior, en el pórtico, que tenía la bóveda muy deteriorada. Después de haber consolidado los elementos del edificio, los restauradores de la Fundación Santa María realizaron los trabajos pertinentes en el interior. Según estos profesionales, la ermita había perdido parte del canto rodado de la entrada, así como piedras de mampostearía en el muro del atrio. Faltaban también molduras en algunas cornisas y en la repisa de piedra de la ventana en el pórtico.

También habían desaparecido algunos morteros a consecuencia de la humedad, que provocó descohesión entre la capa de mortero y el muro, así como entre el lucido de yeso y la policromía. Faltaba material constructivo en paramentos y bóvedas. Los restauradores encontraron también abundantes grafitis e inscripciones, que se han mantenido como testimonio de la historia.

El suelo de la ermita se sustituyó por baldosas de barro cocido, por ser el tipo de suelo más empleado en el Siglo XVIII y se colocaron puertas y ventanas, para preservar el templo. Se dieron tintas planas en los fondos de las paredes interiores y se traspasaron los dibujos, aunque el paño de pared del ábside se dejó sin completar el dibujo mural ya que se ha documentado que nunca estuvo decorado por haber estado cubierto por el retablo barroco rococó que desafortunadamente se perdió.